"EL VAGO"
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lunes, 29 de junio de 2015
El juguetero
“Pronto construiré un nuevo ruidoso. Aun más ruidoso. Con ojos para ver si sigo dormido. Y si así fuese que insistiera hasta lograr despertarme. Con ruido, con agua helada, luz a la cara, electrochoques si fuese necesario. Y si nada funciona: que me catapulte cama-afuera. Quiero que sea cuan preciso como cualquier patrón nacional. Aunque si nos referimos al patrón de tiempo mexicano: tal precisión no sería muy prodigiosa.
Además, quiero que se sincronice con el cambio de horario. Que su fuente de energía sea barata, abundante y que su impacto ambiental sea mínimo.”
“Pronto estará listo. Ya tengo la mayor parte de los diseños y los materiales para construirlo. Pero no es perfecto aún. Debo seguir trabajando.”
“Bastante cansado me siento. El niño se ha vuelto extremadamente demandante. Él sólo quiere jugar, pero cada día quiere un juguete diferente.”
Al juguetero le gusta hacer juguetes, es muy bueno en eso y busca siempre la perfección.
El juguetero sería feliz al cumplir las exigencias del niño. Pero no puede con todas al ritmo en que son solicitadas.
El juguetero tampoco podría dedicar su vida sólo a construir juguetes. Como el niño, despierta cada día con una idea nueva. Sus intereses son diversos y no seguiría nunca una rutina.
El juguetero no obedece a nadie. Ni al niño, en ocasiones ni a sí mismo. Es un hombre libre y pobre de dinero.
Grandes científicos como Charles Darwin nacieron ricos y nunca tuvieron que trabajar por un sueldo. No así el bastardo de Leonardo. En el caso de Johannes Kepler: él siempre fue un científico errante.
Aun todos ellos parecen tener algo en común: sus investigaciones nunca tuvieron fines de lucro. Amaban lo que hacían y eran felices con eso.
Por otra parte, Gepeto: al menos él tenía su casa y un taller de carpintería. Además de un muñeco de madera animado por arte de magia, literalmente.
A esto: ¿por qué Gepeto quería un “niño de verdad” teniendo un muñeco parlanchín? Eso si es algo insólito. Probablemente el muñeco era igual de demandante que el niño. Pero era un muñeco: no comía, no defecaba y era incapaz de enfermarse. Supongo eso como grandes ventajas sobre el “niño de verdad”.
… Nunca he comprendido a Gepeto. Pero tampoco al juguetero.
miércoles, 13 de agosto de 2014
Conversación reprimida (no es la 1ª vez)
—Hola
—*****
—¿Puedo conocer tu nombre?
—*******
—Yo soy Rubén Quirino III, tengo 21 años. Desde hace más de 2 años trabajo para una pequeña empresa de mantenimiento industrial. Me gusta mucho jugar futbol, ver caricaturas y caminar sin rumbo por las calles cuando están solas y mojadas.
—******
—El aparato que traigo conmigo es un variador de frecuencia que llevo a préstamo para mi padre. Es que en su taller hay una falla eléctrica, por ahora solo hay dos fases en vez de tres y lo necesita para operar las maquinas con las 2 que quedan.
—******
—A mi también me da miedo verte porque cada que coincidimos las miradas siento perder el alma, pero aun no dejo de hacerlo por lo bella que eres.
—******
—Si, gracias. No todas piensan lo mismo. No todos los días conozco a una mujer como tú mientras hago algo tan cotidiano como subir al tren ligero. Eso vuelve el día diferente.
—*******
—A mi también me da gusto conocerte…Oh aquí debo bajar, cuídate, cuando quieras tu sabes donde encontrarme.
No es la primera vez que encuentro a una bella mujer a quien dirigirle la mirada, la mayoría no se dan cuenta, si lo hacen actúan como si no. Pero de vez en cuando las miradas son correspondidas (a veces con gestos amables) ahí está el problema para llegar a la conversación. Me gustaría contarles (y es cierto) que la mejor y más sincera conversación en toda mi vida, la sostuve en un camión de transporte público con una mujer que hasta entonces no conocía. Pero fue porque ella la inició.
¿Qué es lo que hace falta para lograr una conversación de lo que son tímidas miradas? Probablemente deba seguirlo practicando, armarme de valor, hablar y no solo mirar, no hay nada que perder. En el peor caso no la volveré a ver, pero si nunca la he visto antes, entonces no puedo perder nada.
Y pensado también en que tal vez no conoceré al amor de mi vida subido en un camión o en un tren de pasajeros, pensé también en que cualquier experiencia buena o mala que pueda repercutir de una conversación que normalmente no concreto, sería una experiencia digna, verdadera y autentica. De eso muchas cosas podré seguir aprendiendo.
sábado, 17 de agosto de 2013
miércoles, 20 de junio de 2012
Hoy desperté
pero desperté sobre la silla de tu plaza.
Ahora sé que nada que imagine
será mejor que lo que pueda conocer.
Hoy no dormí
pero desperté sobre la silla de tu plaza.
Ahora sé que el tornasol
no es la más bella de las flores.
Huyamos de aquí
hacia un recondito lugar
sin impedimentos ni permisos,
ni temor al olvido.
Ya son suficientes fracasos
ahora sé que puedo ser feliz.
Si, este es el mejor momento de mi vida.
Hoy tengo la mejor ilusión por cumplir.
Huyamos de aquí
hacia un recondito lugar
sin impedimentos ni permisos,
ni temor al olvido.
No quiero un beso más,
ya no quiero convertir en Venus la arena
tan solo la promesa de que esperarás mi retorno.
sábado, 7 de abril de 2012
La flor que se llama Jacaranda
martes, 17 de mayo de 2011
No conozco lo correcto
no se que está bien
no conozco lo correcto
no se que es lo correcto
a veces es mejor considerar como correcto lo supuesto
y dejar de cuestionarme tanto si lo que supongo es correcto
solo que no se si eso sea correcto
o si hacer lo correcto sea correcto