Del curioso relato del vagabundo, que cuenta de la vez que salí de mi casa "por el pan" (La vida es un viaje vago)

Del curioso relato del vagabundo, que cuenta de la vez que salí de mi casa ―de mi otra casa, cuando aún vivía allá―"por el pan", en la noche. Bueno, en realidad no iba por eso, solo quería vagar por la calle, tal vez ver a una mujer bonita, o a un amigo mío, no sé.

Salí a la calle, y empecé a caminar sin rumbo, y caminé, y caminé... y seguí haciendolo ―nunca me perdí, siempre supe como regresar―. De repente descubrí que alguien estaba siguiéndome  ―no era una mujer bonita como la que me gustaría que me secuestre alguna vez― era un animal, no un animal feo y malo, bueno, tal vez feo sí. Me seguía un perro sin dueño pero eso no me importó mucho al comienzo.

Caminé, caminé...y seguí caminando y el perro me siguió a todos lados a donde fui, en mi pantalón quedaban dos monedas que pensaba utilizar para comprar dulces y golosinas pero el perro me había seguido suficiente como para merecer un premio a su fidelidad. Así que llegué a la tienda de abarrotes y compré 2 salchichas ―de las de Viena porque las de pavo son más caras― cuando salí de nuevo a la calle el animal se había ido... tal vez no tenía hambre. Nunca más vi a ese perro de nuevo.

Todo esto me hizo pensar que tal vez el primer animal de compañía del hombre ―mascota― fue un perro, se me ocurre que tal vez, hace mucho tiempo, un perro primitivo persiguió a una persona sin rumbo fijo ―un vago― a un cavernícola que vagaba por las sendas primitivas, tal vez iba por el pan también, no sé. El cavernícola ―al igual que yo― debió haber visto al animal, tal vez el cavernícola pensó que el perro se lo iba a comer o algo así, pero debió ver la nobleza y el compañerismo del animal y lo adoptó para que lo acompañara por el resto de su viaje, un viaje vago, un viaje sin rumbo, el viaje de la vida. Así perro y cavernícola debieron acompañarse por el resto de sus vidas. 

La vida es un viaje vago.